Cultura

El cuento de San Perdigón

San Perdigón era un arriero de Poza de la sal, que con su carro tirado por la mula morterona y acompañado por sus tres gatos, cuyos nombres eran Siete vidas, Matarral y Picheli. Recorrían el norte de Castilla la Vieja, trasportando con el sal, almendras, chacolíde Poza y chorizos de Rojas de Bureba.

Por medio del trueque, estos productos eran cambiados principalmente por conservas cuando visitaba Castro Urdiales y Laredo, cuando visitaba Tirgo, Casalarreina y Haro lo cambiaba por vino de la Rioja.

También intercambiaba sus productos con otros arrieros ya amigos suyos de tantas ocasiones haberse cruzado por los caminos o haber coincidido en las ventas y posadas en las que pernoctaban.

Cuando llegaba Navidad, Perdigón se acordaba siempre de los pobres que vivían por donde el pasaba y que de tantos años pasando por allí los conocía y siempre tenía un detalle para ellos. Una botellita de chacolí y una tableta de turrón para que pudieran celebrar la noche buena y si había niños pequeños, algún juguetillo siempre llevaba.

San Perdigón acompañado de sus gatos profesaba un gran sentido del humor y su canción favorita rezaba así:

” San Perdigón tenía tres gatos y les hacia bailar en un plato y por la noche ¡les daba turrón! ¡que vivan los gatos de San Perdigón! “

El desenlace del cuento no lo contamos para no perder la emoción el día que el cuento sea publicado…

Salinas

El diapiro de Poza de la Sal es uno de los fenómenos geológicos más importantes de la provincia, consistente en un afloramiento a la superficie de grandes masas salinas.

Su estructura circular de dos kilómetros y medio de diámetro tiene en su centro, un afloramiento natural de ofita y sal conocido como el Castelar.

Precisamente, la sal ha sido el centro de la vida de la economía de los pozanos durante siglos. Su explotación, desde la época romana, ha dejado huella en el paisaje de la villa al conservarse parte de las estructuras utilizadas para su extracción y almacenamiento.

Las salinas de Poza de la Sal, que dan nombre a este municipio, se encuentran situadas justo en el borde del páramo de Masa, donde los terrenos descienden bruscamente hacia la planicie Burebana, como un inmenso cráter de 2,5 km de diámetro que constituye unos de los diapiros mas perfectos que existen. Los bordes del falso cráter, de contorno prácticamente circular, encierran dentro de sí la cuenca salinera y sus paredes muestran la historia geológica del lugar desde la formación de la sal que se corresponden a los períodos triásico, jurásico y cretácico.

El dato más antiguo sobre el poblamiento de esta zona nos lo aporta el yacimiento El Castellar, atribuido tradicionalmente a un Castro de la Edad del Hierro, del que apenas quedan restos de superficie

Una buena forma de disfrutar de la visita es recorrer el sendero PRC-67 «Salinas de Poza». que tiene una distancia de 6 km y permite contemplar todas las salinas.

Extracción de la sal

La obtención de la sal se realizaba mediante la disolución de la roca con agua dulce que se llevaba hasta los pozos excavados, para transportar mediante galerías la salmuera hasta el lugar donde debería reposar para que el agua se evaporase por acción de la radiación solar y el calor. La sal así extraída, se quedaba en estas piscinas hasta que al final del verano se almacenaba en edificios dispuestos para este fin. La construcción de pozos, galerías, acueductos, piscinas y terrazas ha dejado su huella en el paisaje de Poza, que aún hoy, décadas después del cese de la explotación, puede apreciarse con toda claridad